Este año el homenaje se lo da el Pisto del Hijo Ausente, en memoria por los afectados por la pandemia

·        El municipio eleva a la condición de “simbólica” una tradición ya de 34 años

·        El martes la Casa de la Inquisición da cobijo a este gesto de las Amas de Casa

Si algún año era del todo obligado mantener de alguna forma el entrañable Pisto al Hijo Ausente, que cada festivo mes de septiembre aliña con todo su cariño en Argamasilla de Calatrava su entregada Asociación de Amas de Casa, sin duda tenía que ser este 2020 huérfano de celebraciones oficiales y de muchas de las visitas de retorno por parte de rabaneros que hubieron de labrar su vida lejos de la localidad que les vio nacer.

Nunca antes, desde que en el año 1986 se comenzase con este gesto de afecto, se había interrumpido y por eso, con el fin de engrosar tan agradecida costumbre, aun a costa de tener que hacerlo con carácter simbólico y a puerta cerrada, la población va a rendir tributo a lo que también es una receta exquisita, con ingredientes naturales como los que brotan, generosos, de las tierras rabaneras.

Es por ello que este martes la tradición no se va a romper, aunque se cambia el marco hasta el recogido y flamante patio de la Casa de la Inquisición, albergando lo que esta vez se reviste de carácter institucional y demuda homenaje al propio pisto septembrino, con la asistencia únicamente de algunas autoridades y Amas de Casa. No habrá, así, degustación multitudinaria como hasta ahora, que quedará para el sentir colectivo.

Reyes Bonales, presidenta de esta asociación con tan larga trayectoria y actividad constante en la población, expresa el sentimiento de sus compañeras y agradecen el detalle al Ayuntamiento de querer llevar a cabo este ceremonial que, además de hacerlo por esos hijos en ausencia temporal, también se va a bendecir en honor a todas las víctimas que sigue dejando la pandemia, con la esperanza de que acabe cuanto antes.

Tal época de septiembre como esta, pero de hace ya 34 años, varias de las amas de casa de entonces, partícipes también de un grupo de jotas, decidió compartir su alegría festiva por la Virgen del Socorro en la plaza y para hacerlo a lo grande, entre baile y baile, nada mejor que echarse algo tan típico a la boca como una sopita de pisto, que se quiso ofrecer a quienes se acercaron a verlas y, sobre todo, “para los que regresaban al pueblo”.

Aquella primera sartenita que se guisó en la casa del cura acabó gustando tanto que hasta el paisano Luis Molina reseñó, en el libro de fiestas del año siguiente, lo exquisito de tan feliz ofrecimiento, que se decidió repetir y en la tercera ocasión el Ayuntamiento, que por aquel entonces presidía como alcalde Rafael Rodríguez, se brindó a facilitar desde entonces cuantos ingredientes y logística fuera necesario, rememora Bonales.

Y así año tras año. Satenes tras sartenes. Kilos y más kilos de pimientos y tomates, sobre todo. Y cuantas manos para picar, guisar, revolver y demás, se hicieron precisas en la necesidad de alimentar los varios miles de raciones que se reparten, fueron haciendo del Pisto al Hijo Ausente lo que hoy es, cuando ya se emplean alrededor de 600 kilogramos de tomates y la mitad de pimientos, más los necesarios litros de aceite.

Una cosa que no ha cambiado en estos años es el toque personal de la veterana e incombustible Dulce García que, haciendo honor a su nombre, elimina todo resquicio de amargor vertiendo un vasito de agua al pimiento. Un pequeño gesto en medio de las catorce incansables horas de labor continuada, procurando también que las sartenes tengan el calor necesario por debajo, mientras en paralelo se va fregando y recogiendo.

Se juntan para estos menesteres cada 5 de septiembre, desde las siete de la mañana, tiempo necesario también para que luego, entre el reposo y las vueltas con la paleta, se enfríe y la alquimia gastronómica de este plato manchego se refine en matices, hasta alcanzar la exquisitez que solo las madres saben ofrecer con todo su mimo familiar. Y con esa esencia de pisto, se precinta las ollas en cámaras frigoríficas hasta su reparto.

Este año todo va a quedar reducido a la mínima expresión, posiblemente como aquella primera sartenita del año 86, pero el Pisto al Hijo Ausente va a seguir de nuevo reuniendo desde la distancia, en común unión, a todos cuantos alguna vez han tenido el privilegio de degustarlo y, sobre todo, de recordar desde el paladar y el olfato el aura de tantos rabaneros como desde el primer momento se propusieron las Amas de Casa.

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