- Ejerció de maestra en el ‘Rodríguez Marín’ desde inicios de la década de 1990
- “Me siento una rabanera más sin serlo” dice, agradecida, la que también fue directora
María del Carmen García, que disfruta de su merecida jubilación desde el año 2015, volverá a Argamasilla de Calatrava el 6 de septiembre para dar la lección más emotiva de cuantas impartió en el Colegio ‘Rodríguez Marín’, el pregón de las fiestas patronales.
Una designación de la cual le ha dado traslado el alcalde, Jesús Ruiz, quien fue en su día uno de tantos alumnos como han estado a su cargo y que, como ha referido ella misma, ha sido toda una sorpresa.
“Ha sido algo inesperado, por supuesto, ni me podía imaginar yo eso así que estoy en estado de ‘shock’ todavía, no me lo creo”, ha referido llena de un sentimiento encontrado entre el feliz agradecimiento y la responsabilidad de hacerlo con su magistral oficio.
Calzadeña de nacimiento, antes de llegar a la población rabanera como maestra allá en los albores de la última década del pasado siglo, estuvo residiendo en diferentes puntos. En Jaén, donde hubo de trasladarse la familia, fue donde se sacó la carrera de Magisterio.
Y de vuelta a tierras manchegas, se acabarían estableciendo en Puertollano, donde ya se prepararía la oposición al cuerpo de maestros que aprobaría en Ciudad Real en el año 1979. “Y, a partir de ahí, pues toda mi vida laboral ha sido en Castilla-La Mancha”, refiere.
Antes de recalar en la localidad rabanera, su relación con la misma se había producido en condiciones de proximidad desde la ciudad industrial “y, sobre todo, por una prima de mi madre que vivía allí en Argamasilla de Calatrava”, recuerda.
También la condición hortelana de esta población influyó en su creciente amor por ella, puesto que, repasa entre sus recuerdos, “los hortelanos de Argamasilla iban mucho a Puertollano a vender sus productos”, acompañando a su madre al mercado a comprar.
La empatía para con la localidad llegó a ser tal que, explica María del Carmen, “siempre que pasábamos por allí, mi padre me decía ‘ojalá te den algún día a Argamasilla, que mira qué cerquita está”. Y vaya si ‘le dieron’.
Su llegada a Argamasilla de Calatrava
Fue para el curso 1990-1991, cuando ella sumaba alrededor de los 36 años de edad y, a diferencia del organigrama vigente en el sistema educativo, “éramos maestras de todo, o sea que en la carrera no había especialidades y cuando llegabas a la escuela te asignaban un curso desde infantil a octavo y las clases las dábamos al completo”.
O lo que es lo mismo, igual que sus compañeros docentes en aquella época, se encargaba de dar asignaturas como idioma, religión, trabajos manuales y hasta la gimnasia. “Lo dábamos todo, éramos maestros de todo”, asevera.
Desde entonces, ha vivido también en primerísima persona no pocos cambios, tanto de orden de sistema como de infraestructuras del propio colegio, “desde tener un brasero de picón hasta la calefacción”. También de orden práctico para dar algunas clases, puesto que por entonces los centros escolares carecían de la hoy imprescindible fotocopiadora.
“Tenías, por ejemplo, que hacer todos los dibujos para colorear a mano para los de infantil. Te tirabas hasta la una de la noche haciéndolos, uno por uno, con calcos”. Y luego siguió una sucesiva revolución tecnológica, entre multicopistas de alcohol y multicopistas, fotocopiadora y finalmente el ordenador.
Entretanto, su implicación organizativa fue creciente y a mediados de la década en que llegó al Colegio ‘Rodríguez Marín’ ya formaba parte del equipo directivo, primero como secretaria y, finalmente, hasta su jubilación en el curso 2014-2015, como directora.
Tomó aquel bastón de mando cuando su antecesor fue trasladado a la naciente Educación Secundaria Obligatoria, la ESO que fulminaba los dos últimos cursos de la tradicional EGB y hacía que los niños dejaran los colegios dos años antes a como había sido siempre.
María del Carmen García fue también una de tantas personas que recibió con alegría la apertura del Instituto ‘Alonso Quijano’, con el que se ponía fin al exilio de jóvenes que debían cursar Secundaria fuera de Argamasilla de Calatrava. “Era absolutamente necesario”, se reafirma.
Entre tantos recuerdos gratos atesora por encima de otros, el premio que recibieron pasado el ecuador de la década de 1990, cuando el Ministerio de Educación reconoció a nivel nacional todo el trabajo que hubieron de hacer en el ‘Rodríguez Marín’ por algo que hoy se denomina plena inclusión.
Trabajo y método que quedarían recogidos en un libro que se ha estado mandando hasta no hace mucho a media España y que servía de ejemplo ante el hecho de que “te llegan con tres años personas que no escuchan y a ver qué haces, cómo te comunicas. Pues, nos pusimos las pilas y a trabajar sin escatimar nada de tiempo ni de esfuerzos”.
Por toda su trayectoria, en noviembre de 2015, apenas unos meses de estar ya jubilada, la pregonera de las fiestas patronales en honor a la Virgen del Socorro recibió un primer reconocimiento honorífico oficial, justamente en la primera edición de los premios que cada año entrega el Ayuntamiento a colación de su condición de Ciudad Educadora.
Guarda con enorme cariño, además del premio en sí, la fotografía de aquel día posando con la por entonces alcaldesa Jacinta Monroy, una de las cuatro personas que han dirigido la Alcaldía de Argamasilla de Calatrava mientras ella estuvo ejerciendo su labor docente en la localidad rabanera.
Agradecimientos a los cuatro alcaldes que ha tratado
Dice tener gratos recuerdos de todas ellas. “Mi relación con el Ayuntamiento siempre ha sido genial, no puedo tener quejas ningunas porque se han volcado siempre en el colegio y cosas que he pedido las han hecho”, rubrica para aludir, en particular, a las obras de adaptación que hubo de hacerse para atender la llegada del alumnado de tres años.
Así que solo tiene palabras de bien para “Rafa [Rafael Rodríguez], que en paz descanse, que era el primero que estuvo; luego María Luisa Piedrabuena; luego [Fernando] Calso, genial también con él; y luego Jacinta [Monroy]”, hasta llegar ahora, por razones del pregón a Jesús Manuel Ruiz Valle.
De éste, reconoce, “cuando yo llegué a Argamasilla era un alumno que ha estado muy vinculado siempre con el colegio y yo lo quiero mucho. No lo veo como alcalde, los veo como algo mío”.
Y con él tantísimos y tantísimos alumnos que hoy en día “van llevando a sus hijos al colegio. Yo ya no estoy, claro, pero me lo dicen y a algunos los veo y me da mucha alegría porque son hombres y mujeres dando el relevo a esa otra generación que hay ahora”.
Dice con cierto orgullo y satisfacción que “la mitad del pueblo fueron alumnos” suyos, por cuanto la antigua travesía de la carretera nacional 420 “dividía al pueblo en dos partes y los que vivían desde ella hacia el río iban al ‘Virgen del Socorro’ y los que estaban hacia arriba iban aquí al ‘Rodríguez Marín”.
Y aquella familia en la que “nos conocíamos todos y todos”, también a nivel de compañeros y de padres, le asentarían un sentimiento de verdadera paisana, pues “yo, la verdad, es que de Argamasilla me siento una rabanera más sin serlo”.
Admite haber pasado “unos años muy bonitos, muy felices y he estado muy a gusto; a mí me han acogido muy bien y no he tenido ningún tipo de problema”, algo que influyó en su renuncia al traslado cuando en una ocasión optó a este procedimiento y lo superó.
No lo hizo y lo explica: “Me dio una cosa que dije, ‘oye, ¿yo me voy a ir aquí con lo bien que estoy? Pero si esto es mi casa, si es que yo allí me he sentido en mi casa, me he sentido una más del pueblo”.
Ahora, el primer miércoles de septiembre, en la gran noche inaugural podrá compartir María del Carmen tantas vivencias y sentimientos como los que ya ha anticipado para esta nota de prensa.
Por el momento, pesa la responsabilidad por cuanto “yo nunca he hecho un pregón de feria, no tengo ni idea, así que ahora me tendré que poner las pilas”, pero sí que tiene una cosa clara, hacerlo “con todo mi cariño, porque es así y ya está”. Y, sobre todo, rindiendo tributo también a ese oficio suyo.
“No soy nada más que una maestra. La palabra ‘maestra’ es muy bonita y significa mucho por un maestro no es solo el que transmite unos conocimientos. Un maestro enseña y transmite valores y otra serie de cosas aparte de los conocimientos”.