- El pujante ingeniero de telecomunicaciones rabanero trabaja actualmente en Dublín para Mastercad
- Antes de su vuelta a Irlanda mantenía un encuentro con el alcalde de Argamasilla de Calatrava en torno a su trayectoria profesional
Alejandro Molina Sánchez ya está de nuevo instalado en Dublín, tras disfrutar de su familia durante los días de vacaciones que le han permitido volver a Argamasilla de Calatrava y hacer un alto en sus ocupaciones que, bajo su brillante formación como ingeniero de telecomunicaciones, hoy día le han llevado hasta Irlanda.
Mientras ha estado en su patria chica, este pujante profesional rabanero de 27 años de edad que está llamando la atención de compañías internacionales punteras en nuevas tecnologías, tuvo ocasión de trasladar al alcalde, Jesús Ruiz, toda su prolífica andadura profesional, pero también formativa desde que fuera párvulo del ‘Virgen del Socorro’.
Un encuentro en el que estuvo también el concejal de Juventud, Sergio Gijón, para quien “Alejandro es uno de los grandes valores con raíces en Argamasilla de Calatrava que despunta en sectores imprescindibles hoy día en todo el mundo y que demuestra que el esfuerzo tiene la recompensa de alcanzar hitos como los nos hacen enorgullecernos”.
Desde febrero trabaja para Mastercard en su sede de la República de Irlanda, siete meses allí ya afincado para atender la infraestructura de esta multinacional de los servicios financieros y, junto a otros colegas, garantizar que el funcionamiento de sus servicios a través de las redes telemáticas es la que esperan millones de usuarios y clientes.
Pese a su puesto y a estar en él a gusto, Alejandro no desdeña oportunidades que se le puedan abrir para engrosar un currículum ya de por sí envidiable, por eso, aspirando a más, está muy atento a otras grandes tecnológicas donde poder alcanzar un culmen en su trayectoria y, en su caso, seguir dando el salto a otras grandes capitales occidentales.
Pero hasta llegar a esas otras latitudes, todo tuvo su origen en la población rabanera donde, tras la Primaria, llegó al IES ‘Alonso Quijano’ para cursar primero Secundaria y luego el Bachillerato, tomando en los últimos años la decisión que marca su vida: “Me especialicé en la parte de tecnología porque, bueno, pues me gustaba de siempre”.
De hecho, apostilla, “al final de la ESO ya me di cuenta de que todo el tema de ordenadores, electricidad, electrónica, pues me llamaban mucho la atención” y, enfilado este rumbo, “al final sentí más afinidad por la Ingeniería de Telecomunicaciones” que, en ausencia del grado en la región, le hizo iniciar su camino fuera de Argamasilla de Calatrava.
La carrera la hizo en la Universidad Politécnica de Madrid, en el año 2014, recordando que “los primeros años tuve que clavar mucho los codos, era un reto muy difícil y demás, pero bueno, gracias quizás a esa presión, o un poco al respeto que le tenía a este reto, al final tuve muy buenas notas”.
Alejandro se muestra así muy orgulloso de su expediente académico tras cuatro años de entrega al estudio desde la Residencia de Estudiantes ‘Gómez Pardo’ y terminar sexto de su promoción, sumando en un 20% de los estudios matrículas de honor principalmente en asignaturas de electrónica, redes de ordenadores y otros cursos pequeños.
Concluida la carrera, pasó a cursar un máster en Ingeniería de Telecomunicación que compaginó laboralmente. No era algo nuevo para él, puesto que “durante mi tercer y cuarto curso el grado hice unas prácticas en Telefónica durante un año”, en su departamento de redes y transporte.
Así, la primera oferta laboral le llegó poco antes de graduarse. Fue “en una consultora tecnológica para trabajar en distintos proyectos de innovación”, concretamente en AXPE Consulting y por espacio de un año mientras cursaba un máster que, para completarlo, optó por la vía de la convalidación de asignaturas yéndose a estudiar al extranjero.
El salto a la costa Oeste de Norteamérica
“Decidí buscarme una universidad en Estados Unidos”, explica al respecto, con una solicitud que finalmente le llevó a la Universidad de California en Berkeley, en la que permanecería de 2019 a 2020 gracias, además, a la concesión de una beca del Programa ‘Fulbright’ de la que Alejandro fue uno entre doce seleccionados.
Durante su periplo californiano, hizo estudios relacionados con ‘computer science’, “que le llaman allí y que, bueno, podría ser una especie de informática que tenemos aquí en España”, explica, centrándose en formación sobre inteligencia artificial, ‘machine Learning’, optimización y materias relacionadas.
Una de las condiciones de la beca referida tiene que ver con la vuelta del talento a España, por lo que a su conclusión regresó, con el máster ya acabado, y empezó a trabajar en Telefónica Innovación y Desarrollo, para su departamento DevOps que “compagina la agilización de despliegues de redes y el mantenimiento de las aplicaciones”.
“Un híbrido entre un desarrollador puro y el equipo de operaciones, producto y demás”, resume sobre este tipo de servicios relativamente nuevos y que cada vez tienen una mayor implantación en las empresas tecnológicas. En su caso, permaneció en el puesto dos años y tres meses. Tiempo suficiente para buscar el salto internacional que quería.
Salto que ahora mismo le lleva Dublín y que en su etapa de niñez y juventud como estudiante en la localidad rabanera ni pasaban por su cabeza. “Todo este tipo de cosas al principio, cuando estás estudiando en el instituto, parece como que no existen y yo, por ejemplo, no podía pensar que estudiaría en Estados Unidos un día, no lo contemplaba”.
Posiblemente en su familia “nunca pensaron que podría llegar a tanto”, reconoce, pero eso sí, “siempre me apoyaron en todo lo que yo les decía que quería hacer y eso es algo que también me ha ayudado mucho, el hecho de contar siempre con el apoyo de mis padres para cualquier decisión que yo tomaba”, aunque lógicamente apenase el alejarse.
Con los años se ha acostumbrado a compatibilizar “los dos mundos”, el del pueblo donde “quiero desconectar y estar tranquilo con la familia [tiene también tres hermanos, dos chicos y una chica], los amigos y demás, y el de las ciudades donde todo es mucho ajetreo, mucho movimiento y hay un montón de estímulos por todos lados”.